Querer hablar del origen del Tarot, es entrar a un camino plagado de suposiciones, datos históricos inexactos y pruebas físicas no concluyentes que, de un modo u otro, le han dado forma y coherencia, no de una manera científica o histórica en sí, sino de una forma fantástica, misteriosa y esotérica, que abarca muchas civilizaciones y épocas, desde el antiguo Egipto, pasando por Europa y el oriente, hasta nuestros días.
Esto me hace pensar que, ya sea uno creyente o incrédulo, el Tarot debe ser valorado como una expresión de la creatividad humana milenaria, por ser una creación que ha sobrevivido al tiempo, se ha adecuado a las diversas culturas y ha mantenido su fama y reconocimiento mundialmente.
Luego de esta corta introducción, empezaré, queridos amigos, a dar una breve, amena y no tan “histórica” reseña sobre las diferentes hipótesis que sostienen conocidos ocultistas, acerca de los orígenes del Tarot y su paso por el mundo hasta la actualidad.
Se dice que el Tarot proviene de las palabras egipcias “tar” que significa “camino” y “roh” que significa “real”. Así, el tarot era para los antiguos egipcios una guía que nos ayudaba a conducir nuestra vida por un camino real de sabiduría y reconexión con el mundo espiritual.
Comúnmente se cree que el Tarot es una derivación del Libro de Thoth, el dios egipcio de la sabiduría y predicción del futuro. Este libro nunca ha sido visto por los científicos y no se tiene ninguna copia o página de él, sin embargo en otros manuscritos antiguos se ha hecho referencia a este libro y parece que en él, Thoth, plasmó todos sus conocimientos divinos acerca de la naturaleza, los animales, la magia, la resurrección de los muertos, la adivinación del futuro, etc.
El tarot egipcio muestra todos los aspectos de la vida de un ser humano, sus anhelos, pasiones, caracteres, etc., y sea o no verdad que provengan de tan misterioso libro, lo que sí es cierto es que ya, para el año 1100 d.c., esta baraja de 78 cartas era muy conocida en Europa.
En la Edad Media, algunas personas utilizaban estas cartas para encriptar mensajes en tiempos de guerra y conflictos sociales. Así, los rebeldes de las distintas monarquías usaban el tarot como medio de comunicación secreto, por lo que muchos monarcas decidieron prohibir su uso, temiendo las intrigas y sublevaciones que pudieran surgir en sus reinados.
Aún así, el tarot sobrevivió gracias a los gitanos, quienes lo utilizaron, al igual que los antiguos egipcios, como un medio de adivinación del futuro y una forma de entender la naturaleza humana. Al ser nómades, la Inquisición no logró destruirlos y, por el contrario, provocó que las comunidades gitanas se esparcieran con mayor velocidad a todos los confines, enseñando este arte en cada pueblo en el que se asentaban. Esto hizo que las personas comunes usaran el tarot como artefacto de juego, dando lugar a la aparición de los naipes españoles, con sus cuatro conocidos palos: bastos, copas, oros y espadas.
Producto de estos cambios, es que aparece el Tarot de Milán y el de Marsella hacia el siglo XV, con varias modificaciones al tarot egipcio en cuanto a los gráficos y significados, pero manteniendo aún igual, los 22 arcanos mayores, que son los más importantes en toda baraja de Tarot.
Para el año de 1700 ya existía en Japón un tarot con los mismos arcanos que el de Marsella, pero con gráficos bastante disímiles, realizados al estilo tradicional Ukiyoe (que significa “mundo flotante”), con figuras de divinidades, animales, paisajes, etc.
En 1980, el pintor japonés Koji Furuta, a pedido de una empresa americana dedicada a los juegos de mesa, diseñó un nuevo tarot Ukiyoe, más parecido al de Marsella en cuanto a sus gráficos, pero manteniendo el hermoso y etéreo estilo artístico japonés.
De esta manera, tanto en occidente como en oriente se hizo conocido el Tarot que, aunque con algunas variantes, sigue siendo utilizado con el mismo fin para lo que fue hecho: Predecir el futuro y guiar a las personas por un camino de rectitud y sabiduría.
Espero les haya parecido amena e interesante esta historia, queridos amigos. Yo me despido deseándoles un futuro colmado de paz, felicidad y prosperidad.
Angélica Miyashiro
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